COMUNA Y PODER POPULAR
La búsqueda del bienestar, la justicia social, la
igualdad y la libertad y la felicidad como estructurarte del buen vivir está
orientada al desarrollo pleno de las comunidades en los aspectos
relacionados con el ejercicio de la democracia y el socialismo. Hacia una nueva
cultura política, hacia una nueva manera de ver las cosas, una nueva forma de
organización para la participación
directa y protagónica.
En la medida en que la comunidad asuma la gestión de
los asuntos públicos, va perdiendo sentido y justificación la existencia
separada de las funciones excluyentes de la burocracia, pues al ser
reabsorbidas por la comunidad, el nexo ciudadano-estado adquiere un nuevo
contenido, permitiendo superar las contradicciones entre gobernantes y
gobernados, creándose las bases para un nuevo gobierno bajo premisas cogestionarías
y autogestionarias. Se propone la COMUNA
para impulsar el proceso de gestión comunal del bien público como ejercicio del
poder de los sectores populares.
Para que la participación protagónica del pueblo y el
ejercicio del poder popular deje de ser lo excepcional y se convierta en lo
cotidiano, este proceso debe tener su
punto de partida en el día a día, en la realización de la vida cotidiana que vivimos en nuestros bloques, calles,
callejones, barrios, urbanizaciones, avenidas, centros de trabajo, canchas,
plazas y demás lugares donde aspiramos establecer nuevas formas de
relacionarnos, para auto gobernarnos, educarnos, producir y consumir, criar a
nuestros hijos y en fin consolidar nuestros hogares y reconstruir nuestras
vidas.
Esto implica, necesariamente profundizar el cambio que
viene operando el pueblo en su visión acerca de la nueva república que se está
construyendo. Al avanzar en su manera de
participar y organizarse, así como en su
relación con las instituciones en general, el pueblo tiende a desplazar
al viejo modelo de gestión burgués, y comienza un proceso de construcción de
otro en forma colectiva a partir del funcionamiento de estructuras intermedias
de participación y de gobierno colectivo, que expresan un dinámico y fuerte
tejido sociopolítico que articula redes sociales, consejos comunales y
organizaciones sociales y populares dentro de un mismo sistema de gestión
pública en cada sector, cada parroquia y cada municipio.
Se inaugura, entonces, una nueva gramática sobre la
democracia, la cual se sustenta en la apropiación comunitaria de las
instituciones públicas como nueva forma estado y en la economía popular, social
y comunal como base central de las nuevas relaciones de producción y de
propiedad.
Esta transformación revolucionaria de la sociedad
requiere un sujeto social que la soporte, presupone la articulación de los
distintos actores comprometidos; dada esa caracterización, son una unidad
múltiple y plural. De esa manera, se replantean los criterios en cuanto a la
organización interna, en el desarrollo de nuevas relaciones entre sus miembros; exige, sobre todo,
profundización de la democracia y la participación protagónica de todos para la
apropiación popular de la riqueza social y la organización de la vida.
Entre los
múltiples actores que han estructurado el actual proceso revolucionario,
encontramos que el barrio tiene rostro de sujeto. Es importante señalar que
este sujeto es heterogéneo en su forma
como en su naturaleza y en su gran mayoría está estructurado por trabajadores y
sus familias; articula una diversidad de grupos, clases y sectores sociales,
pero esa compleja conformación se constituye en diferentes subjetividades. Este
conglomerado social tiene al menos dos características:
a) Sus miembros
aparecen determinados por una
situación de explotación, de sufrir la
dominación, de padecer las desigualdades derivadas de las relaciones
capitalistas de producción y dominación.
b) Está en la
capacidad de tomar conciencia de esa explotación, de esa dominación, del
carácter centralmente histórico de las injusticias y desigualdades sociales.
Conceptualmente, en su existencia real es una unidad
múltiple, diferenciada e insubordinable. Ser sujeto refiere al estar sujetado a
una relación con las estructuras de dominación y señala la existencia de
intereses antagónicos con la sociedad capitalista. Ser sujeto alude a su cualidad,
a su conciencia y a las subjetividades e identidades que lo constituyen y que
constituyen. El sujeto deviene praxis la
cual lo constituye y supone el desarrollo de procesos de conciencia, procesos
de reflexión sobre su experiencia, por
lo tanto se hacen sujetos reflexivos. Tal situación, supone la participación de
los distintos actores en la toma de decisiones. Este proceso de hacer
conciencia, también lo es de conformación del barrio como sujeto político.
Tal proceso, como proceso práctico requiere la
participación de los distintos actores, porque la conciencia solo se conforma
en la lucha cuando se articula a la formación y educación política. Requiere
logros materiales, espirituales, de sueños y de la fantasía que se van
acumulando a lo largo del proceso de revolucionario.
Los procesos de toma de conciencia, están relacionados
con la constitución de los sujetos sociales como algo intrínseco a los propios
actores sociales en su constitución como sujetos. En este sentido, los aportes
desde la educación popular son de suma importancia, ya que desde la propia
práctica, ha colocado a la vista que la toma de conciencia no es algo externo
al proceso de lucha, sino todo lo contrario, es parte de ella, ya que mediante
este proceso los movimientos comunitarios logran trascender el horizonte
inmediato.
EL PODER POPULAR Y LOS CONSEJOS COMUNALES
Para la
construcción del nuevo modelo de estado democrático, participativo y
protagónico que es el socialismo, encontramos un conjunto de organizaciones
sectoriales de la comunidad que vienen contribuyendo, mediante la participación activa y directa en la
realización de las misiones desarrolladas por el gobierno bolivariano que
apuntan hacia procesos de desarrollos
comunitarios. Ello evidencia la presencia de un ideario colectivo,
herencia de las luchas libradas por el pueblo venezolano, herencia que ha
permitido avanzar en la cogestión y auto cogestión de programas económicos,
políticos y sociales. En este contexto los sectores populares han venido
ejerciendo y abriendo espacios de intervención llevadas a cabo por las
instituciones de estado.
De la misma
manera, en ciertas experiencias recientes las comunidades han superado el hecho
de solo colaborar en la ejecución y han impregnado una dinámica de mayor participación,
llegando incluso a apropiarse del programa o misión en todas las facetas de su
ejecución. En este sentido la gestión de las instituciones públicas ha quedado
rezagada en cuanto a responder con efectividad y eficacia ante las demandas, bien sea por lo engorroso del
aparato administrativo o porque la institución como tal en su estructura se
resiste como sistema a los cambios que implica el modelo bolivariano.
Por ello no solo
se trata de desconcentrar y descentralizar el estado, sino de
concebir un nuevo modelo de
gestión y de estructura funcional que acorde a lo establecido en la
Constitución, se deslastre de la
institucionalidad establecida y se constituya en una nueva forma de ejercicio
de poder que responda a las necesidades y facilite las condiciones para
ensamblar toda una red en donde el ciudadano común a través de sus organizaciones, participe, no solo en la
ejecución de tareas sino en el diseño, formulación, control y evaluación de los
planes, programas y proyectos para el desarrollo comunitario, local, regional y
nacional. Con ello, el ejercicio de los principios de cogestión,
corresponsabilidad y contraloría social se traducen en verdaderos actos de
co-gobierno.
Con el fin de
que las diversas expresiones organizativas y asociaciones productivas de las
comunidades, se conformen en unidades básicas de articulación y ejecución que
permitan congregar a la comunidad y
revalorizar las capacidades de organización de las comunidades para que los
logros, resultados tempranos, exitosos y sostenidos y el esfuerzo colectivo
representen una alternativa atractiva de transformación.
En este sentido,
sin menoscabo de otras, cabe destacar la experiencia de los Comités de Salud,
las Mesas Técnicas de Agua y los Comités de Tierras. Estas organizaciones comunitarias
desarrollaron el ejercicio de la participación de las comunidades en cada una
de las fases que implicaba el desarrollo del plan Barrio Adentro y las
políticas de adjudicación de tierras, como políticas revolucionarias que han
dado respuesta a la situación que se vive en el sector salud y la tenencia de
la tierra. Como tal han posibilitado en los planos reales de la dinámica de los
barrios, ser unidades primarias de co-gobierno y con sus prácticas prefiguran
los Consejos Populares de Salud y Consejos Populares de Hábitat, Vivienda y
Riesgo. Estas experiencias permiten enriquecer la construcción de estas
instancias, porque desarrollan desde una necesidad primaria un ejercicio en las
comunidades del como ser co-responsables en la solución de la problemática
de sectores tan deprimido y excluyente
como ha sido históricamente la salud
pública el hábitat y la vivienda.
DE LAS
COMUNIDADES A LA COMUNA
Con el capitalismo
desarrollista y el estado populista las clases dominantes asumieron
una visión estado céntrica. En ese sentido, la dominación
pretendía brindar cierta estabilidad y protección frente a la existencia de los procesos de
empobrecimiento presentes en nuestras sociedades, garantizando, de esta manera,
grados significativos de cohesión y
dominación social; en esta visión, la conflictividad social se presentaba como
la consecuencia lógica de la desigualdad. La traducción política de dicha
situación, se expresaba en la lucha por la ampliación de los derechos sociales,
ya que el ejercicio del poder mediante la
democracia participativa no estaba planteado.
Pero al entrar en crisis el modelo desarrollista, la
nueva forma de valoración del capital emergente con el neoliberalismo exigía
una nueva forma estado que se acoplara a sus necesidades de liberación de
mercados, de esa manera los derechos sociales como conquistas básicas de los
trabajadores se mercantilizan y salieron de la esfera de la economía política. A la par de dicho proceso, los trabajadores comenzaron a
perder paulatinamente el poder sindical,
quedando de esa manera abandonados a lo que se llamó el “roll back”,
donde los derechos estaban garantizados por el mercado, de allí que parte del
poder de los trabajadores y su energía de trabajo tendiese a desplazarse hacia
la comunidad. Ese nuevo lugar potencia el poder creativo de la fuerza de
trabajo. En términos generales, presenciamos
al valor trabajo ubicado más allá de la fábrica, y al sujeto del trabajo
perder conciencia de su identidad social primaria como clase producto del debilitamiento
de los sindicatos, la flexibilización y desregulación del mercado laboral;
así, parte de la potencia de la fuerza
de trabajo como fuerza creativa se desplaza del lugar de trabajo al lugar donde
se vive y el trabajador con sus saberes y
familia deviene nueva comunidad.
En la revolución bolivariana, la discusión del poder
político y económico como forma de democracia popular hay que ponerla a la
orden del día. Se plantea la búsqueda de los poderes de la comunidad organizada
con su fuerza apropiándose del aparato político estatal y de todas aquellas
instancias que forman parte del gobierno. La construcción de poderes
comunitarios, coordinados como forma estado del poder popular entendida como
gestión comunal del bien público, pasa
porque las comunidades y los grupos sociales y políticos de base se
apropien de las distintas instancias por donde circulan y se toman las
decisiones con respecto a los asuntos públicos.
Lograr cambiar la
raíz de las injusticias no es fácil, es indispensable romper con el poder
impuesto por las clases dominantes desde sus cimientos y construir un poder que
sea su negación, como lo es el poder popular objetivado como poder comunal que es el poder del pueblo, el pueblo en el poder. Un
poder comunal que se construye a través de la reproducción ampliada de la
política, que no es otra cosa que la reproducción ampliada de la vida, como
poder que se contrapone a la fuerza del capital, para ello es indispensable la
organización comunitaria en términos comunales, la COMUNA está a la orden del
día. El poder comunal contiene como
elemento que lo define la organización política. Pero, debemos entender que
producto del nivel de conciencia como el que se presenta en la actualidad con
la Revolución Bolivariana, la comunidad no
se organiza solamente para mejorar sus condiciones de vida y construir una
mejor nación o para ampliar el contenido de la ciudadanía. Con el nivel de
información y conciencia, la comunidad se está organizando para ejercer el
poder, sobre todo en aquellos espacios donde se encuentran ubicados los
sectores populares. Las políticas deben ayudar a recomponer los lazos
deteriorados y a recrear nuevos vínculos que lleven a la comunión barrial.
Pero, además de una
importante organización, tanto el acceso a los servicios como el desarrollo de
los espacios comunitarios dependen de la concurrencia de las instituciones
públicas en general y particularmente del gobierno. La vida en el barrio se
centra casi exclusivamente en la auto-organización y en la auto-ayuda, con ello
se inicia todo un trabajo de búsqueda de reconocimiento de participación y de
integración a las instituciones públicas.
La concepción
comunal significa la institucionalización del barrio como un espacio del buen
vivir. Todas las iniciativas de las organizaciones del barrio muestran la
voluntad de conjurar un sentimiento de inseguridad, fragilidad, falta de
protección, que evidencia una situación mucha más compleja que el
empobrecimiento. Para comprender el sentido comunitario, hay que remitirse a la
asociación entre las figuras del barrio y el trabajador. De tal forma que en
términos urbanos el trabajador vive en un barrio donde puede construir la casa
para su familia, se relaciona y goza de servicios públicos, se recrea, hace sus
cosas; quien en el trabajo es obrero o empleado deviene vecino o parroquia en
el barrio, de forma tal que el barrio es a la vez el lugar donde se despliega
la socialidad primaria, donde se encuentran varios soportes de la identidad y
donde se inicia la inclusión social.
El poder comunal
es la objetivación del poder popular, es el estado revolucionario devenido en
comunidad. Presupone el autogobierno, la contraloría social y el control social
del mercado. Es ocuparse de lo que
compete a todo ciudadano ya sea eventual o en su cotidianeidad, es ejercer el
derecho a inmiscuirse en todo lo que es importante. Es decir, el ejercicio de
una libertad positiva, lo que consagra la constitución como la participación.
En la gestión
estatal en manos de la comunidad como
gobierno comunal, encontramos la posibilidad de derrotar el
clientelismo, cuestión que permite avanzar en la solución de los problemas y
necesidades más sentidas. Por esa misma razón, los ciudadanos poseen la
posibilidad política de ejercerla, para ser realmente libres dando verdaderas
respuestas a sus problemas y mejorar las condiciones de vida.
En estos
términos el poder comunal como espacio público comunitario, está llamado a
conseguirse asimismo y buscar su propio horizonte como realización de su deseo
emancipatorio. En la pluralidad de interacciones de las formas de vida, emplear
procesos comunales significa adoptar estrategias de acción transformadora
vinculadas a la participación conciente y activa de nuevos actores sociales.
Significa ver en cada individuo o grupo social a un ser capaz de actuar de
forma solidaria, responsable y ética, separándose del inmovilismo pasivo y del
beneficio individualista comprometido. Es una ética de la vida que afirma la
dignidad del otro, en tanto recuperación de la dignidad negada por las clases
dominantes a la gente común de los barrios.
La
implementación y profundización de la democracia revolucionaria y el socialismo
sólo se realiza con la efectiva gestión y con el control por parte de los
actores colectivos comunales. Es fundamental que la participación llegue
mediante un proceso permanente de interacción entre los nuevos actores y el sistema social. De este modo, se impone
crear, desarrollar y dar efectividad a mecanismos democráticos de participación
comunal en las esferas legislativa, ejecutiva, judicial, electoral y de defensa
popular y gubernamental. Inclusive, podríamos hablar de un sexto poder, el
poder popular, pero realmente viéndolo bien, el poder popular es el ejercicio
del poder del pueblo en los distintos poderes en que se divide y articula el
estado bolivariano. En esta perspectiva, el poder popular se proyecta como
espacio privilegiado, por cuanto moviliza de forma concreta la relación más
directa entre estado y sociedad, favoreciendo la radicalización de un proceso
comunitario participativo y definiendo nuevos mecanismos de ejercicio
democrático y acceso a la justicia y riqueza social.
En fin, el poder
comunal es la reacción a las prácticas políticas totalizantes y a los modelos
tecno-burocráticos de gestión del capitalismo, como ruptura con las normas
clientelares y burocráticas de la administración pública. Mas allá de estos objetivos, con el poder comunal se
quiere reinventar formas más dinámicas, directas y participativas de gestión,
cogestión y autogestión en un ámbito territorial delimitado, desconcentrado y
democrático, constituido por diversos actores sociales, embestidos de
legitimidad para la ejecución del control, la toma de decisiones y la práctica
de servicios populares.
El poder popular
es instrumento de integración comunitaria, facilita las discusiones y
decisiones en torno a los diferentes programas y proyectos de las políticas
ejecutadas en las diferentes comunidades, además del proceso organizativo
impulsado desde y con la gente; contribuye con la estabilización de las
comunidades, cuando busca construir una identidad social colectiva dentro de la
diversidad propia de cada comunidad y una preparación para asumir las
transformaciones sociales.
El poder comunal
en las comunidades rompe con la historia de los procesos revolucionarios.
Sabemos que dicha realidad ha estado marcada por formas de burocratización y
limitaciones muy avanzadas. En los países donde la revolución tomó el
poder, el desarrollo realmente existente
ha significado, en muchos casos, una competencia
con las sociedades capitalistas. Con ello, se quiere significar, que para
lograr los objetivos planteados con la revolución se tomaban como criterios
válidos la racionalidad dominante en los
países capitalistas. De esa manera, el progreso capitalista como camino
inevitable continúo reproduciéndose, simplemente cambió quienes dirigían el
poder.
Este camino
fracasó y porque el pueblo no tenía el poder, los gobiernos se transformaron en
tiranías absolutas. Ese fue el camino de los llamados socialismos reales.
La revolución
bolivariana, es ante todo una revolución de clase, de los pobres; una revolución de los pobres que quieren
satisfacer sus necesidades básicas de alimento, salud, educación y trabajo, sin
sacrificar la libertad, los sueños, nuestro modo de vida y las fantasías
sustentados en nuestra historia, con nuestros propios recursos y con
nuestra propia sabiduría.
Por ello, se impulsa
el poder comunal y se estructuran nuevas relaciones que
permiten a la comunidad, con autonomía
relativa en tanto delimitada por la constitución de la republica, construir el
derecho a decidir su destino.
El
poder es una realidad propia del ámbito de las relaciones humanas que, de una u
otra manera, siempre son sociales y políticas. El poder se va estructurando de
la misma manera en que se construyen los sujetos que participan en este
proceso. Estos, para crearse emprenden una lucha por el reconocimiento que
inicialmente requiere de hacerse visibles, de ser vistos, esta lucha
genera poder, por lo tanto, es un proceso que al generarse como sujeto se generan como parte, como poder.
Con la puesta en
marcha de esta revolución, las comunidades se organizan y se articulan en la construcción de instancias de articulación y fusión de las propias
comunidades. De esta manera, la comunidad se va transformando en un sujeto de
este proceso revolucionario cuyo objetivo es de apropiarse del estado mediante
un proceso cogestionario y autogestionario.
Crear el poder
comunal significa crear nuevas
relaciones humanas, nuevas relaciones sociales y de producción, nuevas
relaciones políticas. Estas no pueden comenzar cuando se tome un nivel de
conciencia total; se realizan en el camino, en el proceso: son constituyentes.
Si el otro es considerado un objeto, se está reproduciendo el poder de
dominación. Por tal motivo, construir la comuna como objetivización del poder
popular, en sentido fuerte significa
construir una sociedad de mutuo reconocimiento, una sociedad plenamente democrática
en la que el poder se ejerce tendencialmente en forma horizontal, no solamente
en las relaciones en la esfera pública sino que también, en los aspectos
privados ya que se hace necesario incluir la reproducción ampliada de la
democracia en la vida de todos los días, en las relaciones familiares,
vecinales, de amistad, de pareja, de trabajo o cualquier otro tipo de
relaciones sociales.
Con la
estructuración del poder comunal aparecen nuevos desafíos expresados sobre todo
en el fenómeno de la burocratización. Esta construcción de poder, de relaciones
sociales que se construyen en las diferentes comunidades choca siempre contra
la tendencia, siempre reluciente a la burocratización provocando el desencanto.
Desde el poder de
dominación no se puede construir una sociedad justa y mucho menos una sociedad
socialista. Los sujetos no se realizan por una concesión que se les hace desde
arriba, se conquista en una lucha donde las personas se reconocen como sujetos. Sujetos sociales que se organizan
para satisfacer sus necesidades, el mejoramiento de la vida y el ejercicio del
poder, ya sea a través de los comités de salud, los comités de tierras, mesas
de agua, vencedores, formándose como promotores comunitarios, organizándose en
cooperativas y ejerciendo el gobierno de la comunidad. Las bases del poder
popular están en la comuna.
La constitución
de la comuna, construye hegemonía como construcción del poder, poder
horizontal, democrático, lo cual significa, a la vez, constituirse como
sujetos. El crear hegemonía entendida como consenso de los ciudadanos, es la construcción de un
orden en el cual es determinante un particular modo de vida y de pensamiento,
en donde un concepto de la realidad está difundido en la sociedad a través de
múltiples manifestaciones, informando con su espíritu los gustos, la moral, las
costumbres, los principios religiosos y políticos y todas las relaciones
sociales, particularmente en sus connotaciones intelectuales y morales, así se
construye el poder. Antonio Gramsci ha señalado que la hegemonía debía preceder
a la toma de poder, porque si la hegemonía no se construye en el camino, no
se construirá posteriormente; se
repetirán las prácticas anteriores porque
no se ha entendido a la revolución como
un proceso profundamente cultural, tan cultural que se
busca construir una cultura donde el poder se ejerce en forma horizontal, cogestionaría
y auto-gestionaría.
La hegemonía como
consenso democrático no puede ser construida desde arriba, porque ello implica
subordinación. Quien detenta el poder del Estado o el poder político y
económico puede obtener legitimación, que implica aceptación de la dominación,
pero no hegemonía en el sentido de consenso democrático; este sólo se logra
desde el seno de las comunidades organizadas, es una construcción que se está
realizando entre iguales, entre sujetos que se reconocen mutuamente como tales.
El poder comunal se
concibe como la facultad que tienen los sectores históricamente subordinados
para darse su propio camino, para rescatar su cultura, sus tradiciones, para
cambiar el rumbo de la economía, de la
política y la sociedad. El poder
comunal es el ejercicio de la autoridad y el dominio de las clases explotadas y
subordinadas bajo la dirección política e histórica de los trabajadores. La
base del poder comunal es la más amplia y detallada autogestión y cogestión
popular del proceso de producción, distribución y consumo, es decir, se
sustenta en la organización del pueblo para crear una vasta red de relaciones
económicas, políticas, sociales, ideológicas y militares contrapuestas al orden
capitalista. Sin la participación popular en la toma de decisiones, en la
planificación, organización y gestión de los diversos espacios comunitarios,
productivos y educativos no existiría realmente el poder comunal.
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