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El control de las Masas y el Lavado de Cerebro

El Control de las Masas y el lavado de Cerebro

A través de todo el Siglo XX y en las ultimas décadas se  emplearon programas secretos de control de masas, con cierta premeditación, concertada científicamente, algunas veces desde el laboratorio psico-social Tavistock, donde científicos sociales elaboraron métodos de alienación con el cual lograron inducir  a las sociedades de consumo, además de  influenciar en el surgimiento  del fenómeno social de la drogadicción, con el cual se extraviaron generaciones enteras de drogadictos, todo esto con una particular intensión, la de neutralizar a los pueblos, limitando su desarrollo y en algunas ocasiones  provocar caos social, con estos  negros designios, continúan hoy, alienando a millones de personas, porque así  finalmente quizás puedan conseguir la dominación total sobre la humanidad.
¿Qué es el Instituto Tavistock?; ¿ Quiénes lo Financian, cuáles son sus propósitos? ; ¿Cuáles son sus planes, y cómo ha influenciado en el comportamiento social de las ultimas generaciones y sobre todo en los jóvenes?. A través de este vídeo Ud. obtendrá  respuestas que probablemente le sorprenderán.
 Le invitamos a verlo con detenimiento, mente amplia y fértil.



 Ahora bien, usted ha obtenido una valiosa información, la cual le servirá para entender el cómo y por qué una élite mundial ha conseguido hacerse con la mayor parte de las riquezas del planeta. No podemos seguir profundizando sobre el tema del Control de las masas,  sin llegar a entender: ¿Qué es la Alienación?.  Compartiremos seguidamente con ustedes  una recopilación de conceptos sobre la alienación y nos acercaremos más  claramente sobre este tema. Además es importante para nuestra teoría revolucionaria e ideológica, para estar atento a las situaciones que siguen siendo comunes y naturales para  los que viven en función del capitalismo y que aun lo tenemos alrededor y dentro de nosotros. Sabemos también que la guerra de cuarta generación es un hecho cierto, esa guerra mediática y psicológica nace de una fuente  estudiada científicamente, cuenta con un Instituto y laboratorio exitoso, cuyos métodos (ya vistos en el vídeo de Tavistock), han surtido efecto en nuestra población.  
Las citas siguientes, es una recopilación del concepto con referencias y enlaces automáticos que le permitirán ampliar su investigación. Se dejo tal como lo sirve la web, para hacerlo más comprometido con los autores.
Alienación (s. f.)
1   Alteración temporal o permanente de la razón y de los sentidos: el abuelo sufre una alienación preocupante.
2   Pérdida de la personalidad, la identidad o las ideas propias de una persona o de un colectivo debido a la influencia o dominación de otra u otras: la alienación que provoca la publicidad consumista.

Alienación 
f. Acción y efecto de alienar.
filos. El término aparece en los economistas ingleses para denominar la enajenación de la mercancía y, en Rousseau, para designar la pérdida de libertad originaria en favor de la sociedad nacida del contrato social. La acuñación filosófica del concepto se debe a Hegel. Marx sitúa el origen de la alienación en la economía.
(Patol). Término genérico que comprende todos los trastornos mentales, así temporales como permanentes.
(sociol). Dependencia del individuo respecto a determinados aspectos de la sociedad, de forma que su relación directa con los productos de su trabajo y la posibilidad de control sobre estos tienden a desaparecer
El término alienación se emplea en distintos sentidos en diversas disciplinas, como la Medicina, la Psicología, la Religión, la Filosofía, la Sociología o las Ciencias Políticas. La idea común a los diversos conceptos de alienación hace referencia a algo «ajeno» a sí mismo que el sujeto ya no controla, un bien que se vende, o un «yo» que se extraña.
Etimológicamente, deriva del latín ălĭēnātĭo, ōnis: alejamiento, privación, procedente a su vez del adjetivo ălĭēnus: propio de otro, extraño a uno, ajeno.
El concepto de alienación ha ido cambiando con el tiempo.
Para Tomás de Aquino (c.1224-1274) la alienación es la posesión del cuerpo del hombre por el demonio y la libertad es anterior a su alienación por el demonio posesor. En la Edad Media el demonio está ligado sólo a la carne por lo que el fuego libera al espíritu de su cuerpo poseído. Se trataría de un fenómeno que anula el libre albedrío del individuo.[4] Tomás de Aquino atribuye ciertas alienaciones mentales a lesiones orgánicas, de las que se sigue un impedimento para el perfecto uso de la razón.[5]
Para la teología, y más en particular para la cristología, el término latino alienatio traduciría el griego κένωσις: «vaciamiento», kénosis o vaciamiento de la propia voluntad para llenarse de la voluntad de Dios, para ser completamente receptivo de su voluntad. Esto tiene que ver con el mismo concepto de religión o religación.
Para la medicina, designa la alienación mental, una patología psiquiátrica o «trastorno intelectual, tanto temporal o accidental como permanente».[3]
Para la psicología, se trata de un estado mental que se caracteriza «por una pérdida del sentimiento de la propia identidad», esto es, de la autoconciencia o auto-referencialidad, pues la identidad o ego sería la facultad de considerarse uno ajeno del mundo o de la realidad en sentido absoluto.[3]
Para el psicoanálisis la alienación no presupone necesariamente patología mental. Puede ocurrir tanto en sujetos aparentemente sanos como en personas afectadas por una patología mental. La mayoría de los individuos puede llegar a un estado de alienación mental bajo ciertas condiciones extremas. A diferencia de la psicosis en la cual el individuo sustituye la realidad por un delirio, en el estado de alienación el individuo sustituye la realidad vivida por el discurso de otro.[6]
Para la filosofía, el concepto nace en El contrato social de Rousseau y se desarrolla en particular en la obra de los filósofos alemanes Hegel y sus discípulos Feuerbach y Marx, en los que el término alienación se traduce por dos vocablos, Entfremdung ("extrañación", "distanciamiento") y Entäuserung o Entäußerung ("desapropiación", "cosificación" o "reificación")[7]
Para la sociología, según Alain Touraine se distinguen varias alienaciones, especialmente la alienación económica y la alienación tecnocrática, separables de la alienación burocrática y de la alienación política.[1] Distintos autores hablan de una alienación subjetiva (estado mental) y de una alienación objetiva (trabajo).[8]
  • Alienación como enajenación mental
  • Alienación como enfermedad mental
  • Alienación como locura
  • Alienación política
  • Alienación económica
Alienación subjetiva (Pinel)
La Ilustración trajo consigo la posibilidad de combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía, con el fin de construir un mundo mejor, y la publicación, en 1800, del «Traité médico-philosophique sur l'aliénation mentale ou la manie» (Tratado médico-filosófico sobre la alienación mental o la manía), del pionero en la salud mental y, junto con Alexander Crichton, de la psicopatología moderna, Philippe Pinel (1745-1826), famoso por su «traitement moral»[9] y por «le geste de Pinel», en el cual quitó las cadenas a los enfermos mentales del Hospital de la Pitié-Salpêtrière, fue fundamental en el nacimiento de la psiquiatría e influenciaría asimismo a Hegel.[10]
Aulagnier
Para la psicoanalista Piera Aulagnier, la alienación mental es un concepto que sólo es pensable para un observador externo, en tanto que el sujeto alienado en su pensamiento desconoce totalmente lo que le sucede.[6]
Esta alteración implica encuentro de dos individuos: uno con deseos de alienar y otro cuyos pensamientos son alienados o alienables, ambos con deseos de aniquilar al pensamiento que está presente en uno y otro. Los objetivos son:
  • Exclusión de toda duda del conflicto intra-psíquico.
  • Reducción mínima del sufrimiento psíquico que transfiere al Yo dicho conflicto, para:
  1. Encontrar la certeza de quién es el Yo
  2. Abolir conflictos entre el identificante y el identificado.
Por ello, para el psicoanálisis, la alienación es una patología de la idealización y de la identificación.
La alienación también puede ser social y suceder porque el sujeto esté inmerso en un sistema de poder social que le impida pensar libremente acerca de ese sistema o de la posición del individuo con respecto a ese poder y sus referencias identificadoras. La prohibición de pensar libremente amenaza, «de muerte», al raciocinio del ente humano, que ni siquiera puede reflexionar de sí mismo su conversión a esclavo al servicio del poder. Se trata de un individuo objetualizado por otro, cosificado por —e instrumento— del otro, sin derecho al pensamiento, ni a la palabra.
Se des-catectiza toda actividad del pensamiento. El individuo no puede preservar puntos de referencia identificatorios. Entonces el sujeto catectiza un discurso que piensa por él, decide por él y quién es Yo, le impone sus ideales y borra toda vivencia nombrable y perceptible de lo que está viviendo. De esta manera la alienación produce una idealización de la fuerza alienante.[6]
Es siempre en nombre de «una buena causa» que el sujeto se aliena, enajena su pensamiento. El adepto, combatiente o partidario de una causa atribuye a la fuerza alienante el poder de garantizar la verdad de dicha causa. Se produce una idealización masiva de la función alienante. Por ello se trata de una patología de la idealización. Si se anula el pensamiento es por un buen motivo.
La alienación es el límite extremo que puede alcanzar el Yo en la realización de su deseo de no sufrimiento. Culmina en muerte del pensamiento propio.
Suele ocurrir que la fuerza alienante o alienadora lleve a cabo su acción mediante una teoría, que puede ser religiosa, política, ideológica, científica o de cualquier índole, cuyo autor haya sido un líder ya fallecido. El individuo alienado puede alienar su pensamiento tanto por una ideología partidaria minoritaria, de un grupúsculo, como por una ideología dominante mayoritaria compartida por la sociedad. Esto se logra porque entre el líder y los individuos circulan un poder de muerte.[6]
Cualquier vecino puede ser delator. Cada individuo posee poder de denunciar a otro, y por ello un poder de condena a muerte de cualquiera que piense diferente. La relación perseguido-perseguidora es circular: el perseguido puede convertirse en cualquier momento en perseguidor. El terror acechante impone una ruptura de la posibilidad de pensar o cuestionar al poder mismo.
El sujeto está obligado a negar tanto la realidad de lo que sucede como cualquier interpretación personal de lo sucedido. Se le impone al Yo del sujeto la exclusión de lo que podría ver. El individuo ya no puede considerar al poder como perseguidor porque necesita sobrevivir y no cuestionarlo. El terror a la muerte se convierte en amenaza de todo lo que el Yo podría pensar, defunción del pensamiento propio del Yo, otro piensa y decide por él. Ni siquiera es consciente de ello. Se niegan la realidad y la posibilidad de pensar la realidad.[6]
El Yo evita pensar la realidad, tanto externa como psíquica, que padece como consecuencia del terror. Entonces atribuye un valor de certeza al discurso de la fuerza alienadora. La supremacía de la verdad del argumento dominante es incuestionable, modalidad extrema de idealización de la sapiencia del alienador. En la psicosis el individuo sustituye la realidad por una fantasía, por un delirio. En el estado de alienación el individuo sustituye la realidad vivida por el discurso del otro.
Es el líder quien transmuta y define la realidad, lo cual aporta a los sujetos alienados la sensación de que poseen una «verdad» compartida, pero incuestionable, que los ubica entre los «elegidos», quienes «por su bien» deben imponer esa «verdad» a los demás.
Cuando se trata del poder político dominante de la época e impera el terror, pocos individuos logran escapar a esta alienación.[6]
Foucault
Según Michel Foucault el siglo XVIII inaugura la idea de la posibilidad de la desaparición de las facultades más altas del hombre y en el siglo XIX surge el concepto de enfermedad mental. Alienación mental no debe confundirse con alienación social, ni se debe identificar al conflicto psicológico con las contradicciones históricas del medio. Para él la alienación social es la condición de la alienación mental, es la condición misma de la enfermedad mental. La alienación mental es una consecuencia mítica de la alienación social. Pretender desligar al hombre alienado de sus condiciones de existencia es mantenerlo en su existencia de alienado. La psicología, como toda ciencia del hombre, debe tener por finalidad desalienar al hombre.[4]
El hombre alienado se siente a sí mismo como un extraño porque la sociedad no lo reconoce, porque la sociedad no se reconoce en su enfermedad y lo excluye.
Con la revolución burguesa se define la humanidad por su libertad y su igualdad. El hombre ya no es siervo, vasallo o esclavo, sino un ciudadano libre con plenos derechos. Sin embargo, para los enfermos mentales la libertad es vana y la igualdad carece de todo significado o sentido. El alienado es la prueba viviente de que, a pesar de ser un ciudadano libre, el hombre puede encontrar la manera de perder esa libertad. El hombre encuentra condiciones que suprimen su libertad y su igualdad demostrando que la sociedad burguesa no está hecha a la medida del hombre real concreto, poniendo en conflicto la idea unitaria que se hace del mismo.
Si, para el cristianismo de la Edad Media, la alienación era la posesión del cuerpo del hombre por el demonio, después del Renacimiento la alienación representa la abolición de la libertad. El alienado ya no será un poseído sino un desposeído: la alienación es una privación.
Para Foucault alienación es sinónimo de enfermedad mental. El alienado se siente a sí mismo como un extraño y denuncia la confiscación de su voluntad y de su pensamiento. El alienado mental es aquel que ha perdido el uso de las libertades que le ha conferido la revolución burguesa. Es por eso que su voluntad puede ser sustituida por la voluntad abusiva de un tercero, es decir que su voluntad es anulada. Otro puede ejercer sus derechos y gozar de sus bienes en su lugar.
Para Foucault esta alienación psicológica no es más que la consecuencia de las contradicciones sociales mismas en las que el hombre está históricamente alienado. Estas mismas contradicciones de la sociedad burguesa constituyen la alienación social.[4]
Alienación objetiva
El concepto de alienación social ha estado presente en muchos debates filosóficos. Así, John Locke (1632-1704) refiere a los «derechos inalienables» como esenciales para la propia existencia de los ciudadanos[11] y Hegel (1770-1831) formula algunas breves indicaciones en relación al sentido psiquiátrico del término pero también toma en cuenta la función del Estado con respecto a la alienación, ya que el Estado es el mediador entre la alienante sociedad civil y el espíritu absoluto. Extrañamiento no es exactamente lo mismo que alienación. Hegel expone los momentos constitutivos del trabajo alienado en su tratado sobre «Filosofía del derecho». El estado efectúa una mediación que podría permitirle devolverle el concepto al espíritu extrañado por la alienación de la sociedad civil. Su idea de alienación remite al marco religioso y metafísico.
Hegel
Para Hegel alienación es el momento de desgarrarse, en cambio, extrañamiento se refiere al momento de comenzar a adelantarse en sí mismo.[8] La confusión deriva de que Hegel y Marx traducen el concepto de alienación con dos palabras, como Entfremdung, es decir, extrañación, y como Entäuserung, esto es, como desapropiación.[12]
Fichte
En cambio el Yo trascendental de Johann Gottlieb Fichte (1762-1814) pasa por un momento de extrañamiento que es alienación. Para Fichte extrañamiento y alienación son sinónimos.
Marx
Hegel tuvo una gran influencia en la teoría de la alienación de Karl Marx (1818-1883), quien profundiza en este concepto, sobre todo, en sus Manuscritos económico-filosóficos (1844).
Marx se apoya en una antropología del hombre total y tiene una gran presencia en la filosofía contemporánea, especialmente en la oposición entre Ser y Tener.[13]
Para Marx el capitalista compra con dinero el trabajo de los demás y los obreros cambian la fuerza de trabajo, es decir, su mercancía, por la mercancía del capitalista, es decir, la paga o salario. La fuerza de trabajo para el obrero es su actividad vital que le asegura los medios necesarios para subsistir. El obrero es libre de cambiar de capitalista, es libre de trabajar, pero no puede desprenderse de la clase de los capitalistas, a quienes se ha alquilado, sin renunciar a su existencia misma.[14]
El trabajador no recoge el valor de lo que produce, es decir, la plusvalía, y esta explotación lo priva de sus herramientas artesanales. Por causa de esta división del trabajo ignora lo que está produciendo y eso significa que está alienado. Este desconocimiento es la alienación para Marx.[11]
Marx estudia la alienación del producto del trabajo considerando que cuanto más se sumerge el obrero en su trabajo más extraño se le vuelve el mundo y menos dueño es de sí mismo. El trabajador siente que su trabajo no le pertenece. Esta es la alienación económica que genera alienación política y es la causa de la alienación religiosa.[15]
Alienación
El Trabajador profesional alienado en su forma de entender los fenómenos mediado por la realidad segmentada en esferas autónomas “genero”, “social”, “económica”, “política”, “psicológica”, “cultural”, “ sexualidad”, “medicina”, etc., siendo en un momento “ el ser corpóreo ético- moral reducido a un puro sujeto de conocimiento” (Benhabib 2006.234). El objeto del conocimiento fue reducido a asuntos concernientes a hechos y a relaciones de ideas “… es así en la búsqueda de la especialización del servicio social es emprendida a partir de una perspectiva de pulverización y segmentación de la realidad en “cuestiones sociales” y de una diversificación compartimentada de estudios y respuestas a estos problemas “particulares”. Así el conocimiento segmentado de la realidad condiciona la segmentación de las respuestas y lleva a cambios parciales de la misma…” (Montaño 2000.14). “ Pero comprender las situaciones familiares conflictivas supone salir de las imágenes de “desviación” y “carencia” que se le atribuyen. Dichas percepciones no habilitan, no permiten formas de enunciación novedosas, no generan protagonismos” (Rodriguez.2006:17).
Esta perspectiva de “desviación” y “carencia” se ha impregnado en las personas trans y en sus familias, porque no se ven grandes manifestaciones para reivindicar sus derechos humanos a educación y a un trabajo digno, ellas mismas y sus familiares se tratan como “desviación”. Es ahí en donde han de intervenir trabajadores sociales para de construir lo naturalizado. Es en el encuentro con investigadores, equipos multidisciplinarios, en el intercambio es que se logra objetividad, es poniendo bajo critica racional entre pares que se consolidan los paradigmas y se generan revoluciones científicas, pero en un labor profesional alienado del trabajo social, es imposible poner en práctica el encuentro, el cual esta mediado por la “… desprofesionalización y proletarización…”(Krmpotic 2009.1) el incremento de la desigualdad social por medio de la individualización y la fragmentación social que invalida las estrategias: no permitiendo gestionar eficazmente los conflictos sociales (Krmpotic 2009.1) “No podemos negar la trama colectiva, muchos programas en nuestro país terminan operando con “individuos” antes que con actores colectivos (familia o comunidad). Se desarticulan así las tramas colectivas, lo cual se traduce luego en el sesgo focalizador de las políticas sociales. Se habla de necesidades de la infancia y sus derechos, de los trabajadores y sus derechos, de las mujeres y varones y sus derechos, pero no se piensa en términos de derechos grupales o colectivos (Rodriguez.2006:17).
Dado que “En la ciencia social, donde los objetos son estados mentales o condiciones en los que se incluyen estados mentales, la posibilidad de confundir los estados mentales del observador científico con los estados mentales de los sujetos observados” (Giddens en Jeffrey 1990. 34) se lo puede controlar mediante la crítica racional reciproca de científicos sociales de la comunidad científica, cotejando que todo enunciado debe de ser susceptible de ser puesto a prueba. Como no se pude ser objetivo en sí mismo se busca una subjetividad negociada entre barios de la comunidad científica en donde es probado un enunciado científico según el paradigma valido. Para Popper no existe la objetividad a lo máximo que se puede aspirar es a una subjetividad negociada entre varios como resultado de una crítica racional entre pares (Popper 1990).
Es nuestro deber ético ejercer una crítica racional recíproca entre pares en la comunidad científica a modo de poner a prueba los enunciados. De esta manera no se cae en un reduccionismo del fenómeno, y es nuestro deber habilitarnos espacios para abordarlo desde la sexualidad, “es básico articular aspectos éticos que remitan a una profunda reflexión acerca de los alcances y límites de la gestión en esta materia. Ello implica estar ubicado en un contexto ético individual, referido a una ética personal y profesional de compromiso con la tarea, desde la que se respeten los derechos de las personas a decidir libre y autónomamente, en base a una información adecuada, veraz y oportuna” (Plan 2007 - 1.er año “Taller de Educación de la Sexualidad y de los Jóvenes” 7).
Es abordando a la sexualidad y no al género que se puede modificar las manifestaciones pluricotomicas normativas del segundo. La sexualidad entendida como “una dimensión fundamental del hecho de ser un ser humano: basado en el sexo, incluye al género, las identidades de sexo y género, la orientación sexual, el erotismo, la vinculación afectiva y el amor, y la reproducción” (OPS, OMS, WAS 2000.4).
Todos poseemos identidad propia, tanto como sujeto social, individual o colectivo, y es mediante la vinculación afectiva que se genera, mantiene o se desactivan los vínculos con otros, porque los seres humanos nos vinculamos gracias a los afectos provocados por los otros. La identidad como construcción de sí mismo, construida en su intercambio, en un sistema de relaciones sociales de las que es expresión, compartiendo y haciendo historias, siendo (Favaro, 2008) “… la sexualidad el resultado de la interacción de factores. Biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos y/o espirituales” (OPS, OMS, WAS 2000.4).
Escuela de Fráncfort
Con su pensamiento crítico, la Escuela de Fráncfort, influenciado por Marx, Freud y Weber, también trata extensivamente el tema de la alienación.[1]
Marcuse
Herbert Marcuse (1898-1979) se basa en la alienación causada por la tecnología, la cultura de medios de comunicación y el consumismo masivo, mediante los cuales el Estado capitalista consigue esclavizar a la sociedad.[11]
Para Marcuse la existencia del hombre es a la vez la alienación y el proceso por el cual el sujeto vuelve a sí comprendiendo y dominando a la alienación. Marcuse plantea que es posible que la represión y la alienación se extiendan indefinidamente o que surja un contra-movimiento internacional que haga explotar esta sociedad. Para Marcuse el hombre no está sometido a la alienación del trabajo sino a la alienación del progreso de la técnica. Gracias a la técnica la sociedad tiende cada vez más a la uniformidad de criterios y a pensamiento únicos totalitarios
La teoría marxista de la alienación: .- En la filosofía marxista es la interpretación ideológica del concepto psicológico y sociológico de alienación considerando que el trabajador, desde el punto de vista capitalista, no es una persona en sí misma, sino una mano de obra que puede representarse en su equivalente económico: el trabajador es una determinada cantidad de dinero, utilizable, como mano de obra, para la multiplicación del mismo.
Marx, quien fue fuertemente influido por la filosofía hegeliana, toma el término y lo aplica al materialismo; en concreto a la explotación del proletariado y a las relaciones de propiedad privada. En su enfoque, denominó alienación a las distorsiones que causaba la estructura de la sociedad capitalista en la naturaleza humana. Aunque era el actor el que padecía la alienación en la sociedad capitalista, Marx centró su análisis en las estructuras del capitalismo que causaban tal alienación.
Actualmente, como la mayoría de los conceptos filosóficos e instituciones sociales, la alienación -como categoría analítica- se encuentra en una crisis teórica debido a las profundas transformaciones sociales que han dado paso a la sociedad posmoderna. El desarrollo de la sociedad ha complicado el análisis de los mecanismos sociales de alienación dirigiéndolos hacia nuevas y más sutiles formas que precisan ser estudiadas. Entre los autores inspirados por Marx, que efectúan ese análisis, destaca, por ejemplo, Herbert Marcuse
La alienación o contradicción
En su teoría de la alienación, Karl Marx, el cual en distintas obras, sobre todo en sus Manuscritos económico-filosóficos (1844), analizó con suma profundidad el problema de la alienación, parte de que ésta caracteriza las contradicciones de un determinado nivel de desarrollo de la sociedad. Relaciona la alienación con la existencia de la propiedad privada y de la división antagónica del trabajo. Entendida de este modo, la alienación abarca toda la actividad humana, pues cada tipo de dicha actividad se convierte en monopolio de un grupo aislado de personas, cuyo hacer es extraño a todos los demás miembros de la sociedad. En sus obras clásicas de las décadas de 1850 y 1860, Marx sustituye la categoría de alienación, que figuraba en sus primeros trabajos, por todo un sistema de conceptos, entre los cuales la alienación también aparece como característica concreta de las relaciones de producción del capitalismo.
COMPONENTES (de la Teoría)
El concepto marxista de alienación incluye cuatro componentes:
  • En la sociedad capitalista, los trabajadores están alienados de su actividad productiva. Los trabajadores no trabajan para sí mismos, para satisfacer sus propias necesidades, sino que trabajan para unos capitalistas que les pagan un salario de subsistencia a cambio del derecho a utilizarlos en lo que deseen. Trabajadores y capitalistas creen que el pago de un salario significa que la actividad productiva pertenece al capitalista, por lo que los trabajadores están alienados respecto a su actividad. Así, la actividad productiva se reduce únicamente a ganar el suficiente dinero para sobrevivir.
  • Los trabajadores están alienados no sólo respecto de las actividades productivas, sino también del objeto de esas actividades: el producto (ya que éste no pertenece a los trabajadores y no pueden utilizarlo para satisfacer sus necesidades primarias). El producto, como el proceso de producción, pertenece a los capitalistas, que pueden usarlo como deseen, vendiéndolo generalmente para su beneficio. Así, los trabajadores no tienen una percepción correcta de lo que producen, y menos aún en largas cadenas de producción.
  • En el capitalismo los trabajadores están alienados de sus compañeros de trabajo. El capitalismo destruye la cooperación natural, produciendo una sensación de soledad. Por otro lado, el capitalista enfrenta a los trabajadores entre sí para detectar cuál de ellos produce más, trabaja más rápidamente y agrada más al jefe, generando hostilidad entre los compañeros de trabajo.
  • En la sociedad capitalista los trabajadores están alienados de su propio potencial humano. Los individuos cada vez se realizan menos como seres humanos y quedan reducidos al papel de bestias de carga o máquinas inhumanas. La conciencia se entumece, y el resultado es una masa de personas incapaces de expresar sus capacidades específicamente humanas, una masa de trabajadores alienados.
Críticas
La teoría marxista de la alienación es atacada por los partidarios de la economía de mercado, generalmente bajo los siguientes argumentos socioeconómicos:[1]
  1. La necesidad de trabajar afecta a todos los seres humanos como una condición del mundo, un fruto de la escasez, y no una condición del capitalismo. Se busca primero satisfacer la necesidad de supervivencia, luego el trabajo ha ido sofisticándose, básicamente por la multiplicación de necesidades y la intensificación de las relaciones humanas, origen del comercio.
  2. Es necesaria la acumulación de capital, como un paso más en la sofisticación y multiplicación de las necesidades que por su naturaleza no pueden satisfacerse produciendo bienes o servicios simples, para afrontar procesos productivos más largos, y la división del trabajo dentro de esa misma unidad de trabajo.
  3. El trabajo no es necesariamente un lugar de recreo, antes al contrario; en principio sirve para ganar dinero que le será útil al individuo para satisfacer otras necesidades, propias o ajenas. No todos nos auto-realizamos con las mismas actividades, ni todos nos auto-realizamos dentro del trabajo, porque el trabajo es un medio para conseguir otros bienes.
Fetichismo de la mercancía
El fetichismo de la mercancía es un concepto creado por Karl Marx en su obra El Capital que designa el fenómeno social/psicológico donde, en una sociedad productora de mercancías, éstas aparentan tener una voluntad independiente de sus productores, es decir, fantasmagórica.[1]
El resultado del fetichismo es la apariencia de una relación directa entre las cosas y no entre las personas, lo cual significa que las cosas (en este caso, las mercancías) asumirían el papel subjetivo que corresponde a las personas (en este caso, los  productores de mercancías).
En una sociedad productora de mercancías y servicios, el intercambio de las mismas es la única manera en que los diferentes productores aislados se relacionan entre sí. De esta manera, el valor de las mercancías es determinado de manera independiente de los productores individuales, y cada productor debe producir su mercancía en términos de la satisfacción de necesidades ajenas. De esto resulta que la mercancía misma (o el mercado) parece determinar la voluntad del productor y no al revés.
Marx afirma que el fetichismo de la mercancía es algo intrínseco a las sociedades productoras de mercancías, ya que en ellas el proceso de producción se autonomiza de la voluntad del ser humano.
El carácter misterioso de la forma mercancía estriba, por tanto, pura y simplemente, en que proyecta ante los hombres el carácter social del trabajo de éstos como si fuese un carácter material de los propios productos de su trabajo, un don natural social de estos objetos y como si, por tanto, la relación social que media entre los productores y el trabajo colectivo de la sociedad fuese una relación social establecida entre los mismos objetos, al margen de sus productores
Marx también argumenta que la economía política clásica no puede salir del fetichismo de la mercancía, pues considera a la producción de mercancías como un hecho natural y no como un modo de producción histórico y, por lo tanto, transitorio. De este fetichismo que se da prácticamente en la producción y el intercambio de mercancías viene la sobreestimación teórica del proceso de intercambio sobre el proceso de producción. De ahí el culto al mercado de parte de algunos economistas, que consideran a la oferta y la demanda como determinaciones fundamentales del movimiento de la economía (ley de la oferta y la demanda).
Casos no fetichistas de producción
Para enfatizar el carácter específico del fetichismo a la sociedad productora de mercancías, Marx da varios ejemplos de producción social no fetichistas.
Uno de ellos es el de un náufrago en una isla, que debe repartir su tiempo entre los distintos trabajos útiles necesarios para producir los distintos bienes de subsistencia. Siendo el único productor y consumidor de estos bienes, claramente estos no son mercancías, y el náufrago distribuirá su día de trabajo entre los distintos trabajos útiles según lo vea necesario. El proceso de producción es determinado racionalmente por el propio productor/consumidor.
Otro ejemplo es el de los siervos de la Edad Media, signada por la dependencia personal. Aquí el siervo trabaja para sí mismo y para su señor feudal siempre produciendo bienes para el consumo directo, y no mercancías. "[L]as relaciones sociales existentes entre las personas en sus trabajos se ponen de manifiesto como sus propias relaciones personales y no aparecen disfrazadas de relaciones sociales entre las cosas, entre los productos del trabajo."
Otro ejemplo, que ya involucra el trabajo colectivo, es el de una familia patriarcal rural. Aquí los distintos trabajos útiles se distribuyen entre los distintos miembros de la familia. Pero los bienes producidos por esos trabajos útiles no son mercancías, y por lo tanto los distintos trabajos útiles se enfrentan entre sí como distintas funciones sociales de la colectividad (en este caso, la familia).
Finalmente, Marx expone el caso de una "asociación de hombres libres que trabajen con medios de producción colectivos y empleen, conscientemente, sus muchas fuerzas de trabajo individuales como una fuerza de trabajo social". En este caso, tendríamos las mismas determinaciones del trabajo que en el caso del náufrago, "sólo que de manera social, en vez de individual". Todos los productos de esta asociación son sociales, de propiedad común, y por lo tanto no se enfrentan entre sí como mercancías. Sin importar cómo se regule la distribución del producto social entre los individuos que componen la asociación, "las relaciones sociales de los hombres con sus trabajos y con los productos de éstos, siguen siendo aquí diáfanamente sencillas, tanto en lo que respecta a la producción como en lo que atañe a la distribución". Las relaciones entre las personas son directas y claras, sin ser mediatizadas por las cosas.
Referencias
2.      Volver arriba ↑ Blanquez Fraile, Agustín (1978). Diccionario manual Latino-Español y Español-Latino. 
3.      b c DRAE. Consultado el 14 de septiembre de 2012. 
4.      Foucault, Michel (1984). «El sentido histórico de la alienación mental, pág. 88». Enfermedad mental y personalidad. Barcelona, Paidós. ISBN 84-7509-306-X. 
6.      Saltar a: a b c d e f Aulagnier, Piera (1980). «El estado de alienación, pág. 35». Los destinos del placer, alienación, amor, pasión. Barcelona, Argot. ISBN 84-85860-06-3. 
7.      Volver arriba ↑ Cf. Carlos Castilla del Pino, "Concepto de alienación", en La alienación de la mujer. Madrid: Ciencia Nueva S. L., 1968, p. 13.
8.      Saltar a: a b Albizu, Edgardo (2006). Teoría del contratiempo Implosivo: Alienación, clave heurística de la contemporánea sociedad civil planetaria, pág. 63. Buenos Aires, ediciones Del Signo. ISBN 987-1074-32-8. Consultado el 26 de julio de 2012. 
9.      Volver arriba ↑ Louis C Charland (2008). A moral line in the sand: Alexander Chrichton and Philippe Pinel on the psychopathology of the passions (en inglés). Consultado el 14 de septiembre de 2012. 
10.  Volver arriba ↑ Weiner, Dora B. «Mind and Body in the Clinic: Philippe Pinel, Alexander Crichton, Dominique Esquirol, and the Birth of Psychiatry». The Languages of Psyche: Mind and Body in Enlightenment Thought. Clark Library Lectures 1985-1986. Ed. Rousseau, G. S. University of California Press (1991). Consultado el 14 de septiembre de 2012. 
11.  Saltar a: a b c Bealey, Frank (2003). Diccionario de Ciencia Política, pág. 265: Marxismo. Madrid, ediciones Istmo. ISBN 84-7090-447-7. Consultado el 26 de julio de 2012. 
12.  Volver arriba ↑ Cf. Carlos Castilla del Pino, "Concepto de alienación", en La alienación de la mujer. Madrid: Ciencia Nueva S. L., 1968, p. 13.
13.  Saltar a: a b Moreno Villa, Mariano (2003). Filosofía. vol. III: Ética, Política e Historia de la Filosofía I: La Alienación y el hombre unidimensional, pág. 284. Sevilla, editorial Mad. ISBN 84-665-0538-5. Consultado el 26 de julio de 2012. 
14.  Volver arriba ↑ Marx, Karl (1985). Trabajo asalariado y capital, pág. 8. Barcelona, editorial Planeta. ISBN 84-395-0107-2. 
15.  Volver arriba ↑ Dognin, Paul-Dominique (1978). Introducción a Karl Marx, pág. 96. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello. Consultado el 26 de julio de 2012.
Referencias (el Fetichismo de la Mercancía)
-_1_Karl Marx, El Capital, tomo I, capítulo I, apartado 4: El carácter fetichista de la mercancía y su secreto.
Bibliografía
  • Diccionario soviético de filosofía. Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo,1965
  • Diccionario de sociología Versión actualizada 1996, Paulinas.
  • "Fronteras de la emancipación" (clases sociales a debate) en Actuel Marx, Universidad ARCIS, Santiago de Chile, 2004.
  • Marx, Karl, "Manuscritos: Economía y Filosofía" , Alianza Editorial, Madrid 1968, trad. e intr. Francisco Rubio Llorente















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